El 12 de junio se conmemora el día mundial contra el Trabajo Infantil, como Oficina de Protección de Derechos de Infancia y Adolescencia de San Antonio, nos sumamos a la conmemoración de este hito con el fin de fomentar y promocionar los Derechos de la Infancia; además de sensibilizar acerca de las consecuencias que provoca el trabajo infantil en los niños, niñas y adolescentes.
UNICEF Chile considera el trabajo infantil como toda actividad laboral, remunerada o no, realizada por niños y niñas menores de 15 años que entorpezca su proceso educativo o afecte su salud y desarrollo integral. Hablamos de trabajo adolescente cuando esta actividad es realizada por personas mayores de 15 años y menores de 18 años.
A lo largo de la historia el trabajo infantil se ha vislumbrado, con antecedentes fuertes en el mundo y en nuestro país. Ya en el siglo XVI se integraba a los niños en las faenas mineras, ya que por su porte podían acceder a lugares difíciles para el cuerpo de un adulto; también se establecía, que las niñas eran las que debían hacer las tareas del hogar, que si bien nunca fue ni ha sido remunerado, también se considera como trabajo. Las labores domésticas requieren de tiempo y esfuerzo por lo tanto se enmarca dentro del concepto de trabajo.
La realidad mundial del trabajo infantil, y de acuerdo a cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del 2015, alrededor de 120 millones de niños y niñas de 5 a 14 años se encuentran en situación de trabajo infantil, y en el grupo más amplio, de 5 a 17 años, se estima en 168 millones. De ellos, aproximadamente el 8,8 por ciento vive en América Latina y el Caribe, señala Romané Núñez Flores, Magíster en Psicología Comunitaria y docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico.
Mientras que la realidad nacional, según las cifras que plantea el Ministerio de Educación durante el año 2014, estima que en Chile había 229 mil niñas, niños y adolescentes ocupados, de los cuales 94 mil tienen entre 5 a 14 años, y 135 mil entre 15 y 17 años; además de detectar que el 90% de ellos realiza un trabajo peligroso.
Existe un debate entre los efectos negativos o positivos del trabajo infantil, como Oficina de Protección de Derechos de la Infancia y Adolescencia hemos preferido hablar del impacto negativo de esta problemática, refiriéndonos a los aspectos físicos, psicológicos, sociales y sobre la escolaridad. Se dice que toda actividad que entorpezca el normal desarrollo de un niño se considera como un atentado a sus derechos, por lo tanto el trabajo infantil se constituye como una situación vulneradora.
En cuanto a las consecuencias físicas nos encontramos por ejemplo con el sobreesfuerzo (extensión de las jornadas, sobrecarga física, malas posturas); mientras que los efectos en términos psicológicos refieren que al ingresar al mundo laboral a una temprana edad, hace que la niña o niño se relacione con personas que no pertenecen a su grupo de pares, provocando un impacto en la socialización de un niño o niña, viéndose afectado el proceso de construcción de la identidad. Respecto a las consecuencias sociales, podemos afirmar que los niños que trabajan no siempre pueden jugar con otros niños, debido a que el tiempo que tienen en la semana para compartir con sus amigos lo deben utilizar para cumplir con su trabajo. Finalmente las consecuencias en la escolaridad son diferenciadas dependiendo del tipo de trabajo. Es común ver a niños retrasados en sus estudios, somnolientos, cansados, dificultando la asimilación de conocimientos y aprendizajes, provocando la deserción del sistema escolar.
En este sentido, el trabajo infantil menoscaba los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Considerando que en el ámbito psicológico se ve afectado el derecho a jugar, el disfrute pleno de juegos y recreación. Mientras que desde lo social y cultural se ve menoscabado el derecho a la educación y el derecho a relacionarse con sus pares.
El tema del trabajo infantil sacude a Chile por las cifras al respecto, pero es una realidad que no es para nada ajena a otros países de la región. En ese sentido, es alentador que existan varios acuerdos internacionales que incluyen la participación de empresas multinacionales y sindicatos mundiales para cooperar contra este tema a través del diálogo social.
En tanto, en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se reafirma el compromiso de poner fin al trabajo infantil, concluye la OIT, además de brindar una luz de esperanza para que haya un futuro sin esta problemática.